La Ingeniería social es la práctica de obtener información confidencial
a través de la manipulación de usuarios legítimos.
Es una técnica que pueden usar ciertas personas, tales como investigadores
privados, criminales, o delincuentes informáticos, para obtener
información, acceso o privilegios en sistemas de informaciónque les permitan
realizar algún acto que perjudique o exponga la persona u organismo comprometido
a riesgo o
abusos.
El principio que sustenta la ingeniería social es el
que en cualquier sistema "los usuarios son el eslabón débil". En la
práctica, un ingeniero social usará comúnmente el teléfono o Internet para
engañar a la gente, fingiendo ser, por ejemplo, un empleado de algún banco o
alguna otra empresa, un compañero de trabajo, un técnico o un cliente. Vía
Internet o la web se usa, adicionalmente, el envío de
solicitudes de renovación de permisos de acceso a páginas web o memos falsos
que solicitan respuestas e incluso las famosas cadenas, llevando así a
revelar información sensible, o a violar las
políticas de seguridad típicas. Con este método, los ingenieros sociales aprovechan la
tendencia natural de la gente a reaccionar de manera predecible en ciertas
situaciones, -por ejemplo proporcionando detalles financieros a un aparente
funcionario de un banco- en lugar de tener que encontrar agujeros de seguridad en los sistemas informáticos.
Quizá el ataque más simple pero muy efectivo sea
engañar a un usuario llevándolo a pensar que un administrador del sistema está
solicitando una contraseña para varios propósitos legítimos. Los usuarios de
sistemas de Internet frecuentemente reciben mensajes que solicitan contraseñas
o información de tarjeta de crédito, con el motivo de
"crear una cuenta", "reactivar una configuración", u otra
operación benigna; a este tipo de ataques se los llama phishing (se
pronuncia igual que "fishing", pesca). Los usuarios de estos sistemas
deberían ser advertidos temprana y frecuentemente para que no divulguen
contraseñas u otra información sensible a personas que dicen ser
administradores. En realidad, los administradores de sistemas informáticos
raramente (o nunca) necesitan saber la contraseña de los usuarios para llevar a
cabo sus tareas. Sin embargo incluso este tipo de ataque podría no ser
necesario — en una encuesta realizada por la empresa Boixnet, el 90% de los empleados de
oficina de la estación Waterloo de Londres reveló
sus contraseñas a cambio de un bolígrafo barato.
Otro ejemplo contemporáneo de un ataque de ingeniería
social es el uso de archivos adjuntos en e-mails,
ofreciendo, por ejemplo, fotos "íntimas" de alguna persona famosa o
algún programa "gratis" (a menudo aparentemente provenientes de
alguna persona conocida) pero que ejecutan código malicioso (por ejemplo, usar
la máquina de la víctima para enviar cantidades masivas de spam). Ahora, después de
que los primeros e-mails maliciosos llevaran a los proveedores de software a
deshabilitar la ejecución automática
de archivos adjuntos, los usuarios deben activar esos archivos de forma
explícita para que ocurra una acción maliciosa. Muchos usuarios, sin embargo,
abren casi ciegamente cualquier archivo adjunto recibido, concretando de esta
forma el ataque.
La ingeniería social también se aplica al acto de
manipulación cara a cara para obtener acceso a los sistemas informáticos. Otro
ejemplo es el conocimiento sobre la víctima, a través de la introducción de
contraseñas habituales, lógicas típicas o conociendo su pasado y presente;
respondiendo a la pregunta: ¿Qué contraseña introduciría yo si fuese la
víctima?
La principal defensa contra la ingeniería social es
educar y entrenar a los usuarios en el uso de políticas de seguridad y
asegurarse de que estas sean seguidas.
Uno de los ingenieros sociales más famosos de los
últimos tiempos es Kevin Mitnick. Según su opinión, la ingeniería
social se basa en estos cuatro principios:
1. Todos queremos ayudar.
2. El primer movimiento es siempre de
confianza hacia el otro.
3. No nos gusta decir No.
4. A todos nos gusta que nos alaben.
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